Querido hermano en Cristo,
le escribo para que mi testimonio pueda servir a todas aquellas jóvenes que se sienten llamadas a la vida religiosa. Tengo 20 años, y aun teniendo una joven edad, la he vivido muy intensamente, y si pudiera volver atrás reharía cada mínimo instante. Con solo doce años empecé casi por casualidad a frecuentar una congregación de estricta observancia, la cual me ha llevado a amar mucho a Cristo y su Iglesia. De pequeña pensaba que un día me daría a Cristo [...] junto a aquella que definía como mi verdadera casa, o sea, algún convento de mi amada congregación y es inútil decir que no habiendo obtenido jamás el permiso de mis padres de poder entrar en el convento, esperé con ansias el día en que cumplía 18 años y mientras todos se disponían a preparar mi cumpleaños, yo con gran secreto preparaba mi alma para donarme a mi amado esposo. Después de algunos meses de mi cumpleaños partí diciendo a mis padres que haría un retiro no como los demás y que antes o después regresaría, quizá un mes o dos... inicié mi camino bajo la guía de monjas santas, fieles a la orden religiosa y a la regla, personas que donarían su vida para permanecer fieles a su profesión. Tenía una alegría que me nacía de adentro y pensaba que nadie jamás me la podría quitar. Ciertamente las dificultades estarían, pero estas existen también en el amor entre dos creaturas. Pronto mis padres se dieron cuenta de que aquello era un retiro sin regreso y muy doloridos vinieron a buscarme y con los ojos llenos de lágrimas me suplicaron de regresar [...] Regresé a casa con la esperanza de que pronto volvería (al convento). Y fue así, después de algunas semanas regresé a la misma Congregación, pero de clausura estricta, hablo de las [...] que ustedes mencionan en vuestro blog. Jamás en mi vida había experimentado, y estoy convencida que jamás tendré una alegría tan grande. Aun estando detrás de aquellas rejas me sentía libre, difícil de creer, pero era así; para mí aquello era la antecámara del paraíso. Aun hoy daría todo por regresar.
Le escribo con lágrimas en los ojos y la muerte en el corazón, le ruego de advertir a quien sea, de no abandonar el camino de la consagración a Cristo porque, creame, se muere de verdad. Actualmente estoy de novia, vivo en una familia acomodada, estudio y no me falta nada... no obstante, le digo que me falta todo. Daría mi vida por regresar unos años atrás pero no es posible, y conciente de esto continuo a sobrevivir con la esperanza de volver a tener un mínimo de felicidad. Le ruego en nombre de Cristo y de la Virgen que haga lo imposible, pero advierta y ayude a aquellos que tienen la tentación de abandonar. Dígales que la felicidad está solo en el camino que Cristo ha elegido para nosotros. Gracias por su blog.
Querida hermana en Cristo,
dame también del tu, (lo prefiero). Te agradezco por tu testimonio que creo podrá ser útil a las personas indecisas sobre el estado de vida a elegir. Pero en tu carta he notado un poco de desánimo. Querida, cada cristiano debe esperar en Dios, por lo tanto no tienes nada que temer, y en tu alma tienes quealbergar siempre la alegría espiritual. Por lo tanto, animo!!!! Si bien la situación pueda parecerte arruinada, tienes que esperar contra toda esperanza.
¿Estas segura que ya no puedes abrazar la vida religiosa en las [...] o en otra buena Congregación? Y si quizá Dios quiere que tu seas una nuova Zelia Gerin (la mamá de Santa Teresita)? Como sea, no puedes vivir en la amargura el resto de tu vida, confíate a la Medianera de todas las gracias y verás que encontrarás una solución.
Si en el futuro que escribes nuevamente, espero con todo el corazón de sentirte con el ánimo alegre y llena de gozo espiritual. Me importa mucho la salvación de tu alma porque fuiste comprada por Cristo clavado en cruz a muy alto precio. Confia siempre en Jesús y María!
Te animo a cumplir la voluntad de Dios sobre ti, y te saludo fraternalmente in Corde Matris,
Cordialiter