Una studiante me escribió una carta muy edificante. Finalmente ha encontrado el Amor de su vida...
Querido D.,
Aquí estoy de nuevo para escribirte. […] Sigo todos los días tus blog (no solo el vocacional, sino también el dedicado a la Virgen y el de la Beata Maria Deluil-Martiny, Fundadora de las Hijas del Corazón de Jesús) y te confieso que son de gran ayuda para mí.
Si recuerdas, en las primeras cartas que te escribí en setiembre te decía que estaba confundida porque no sabía si Jesús me quería como su esposa o si debía casarme con un hombre de la tierra. Pues bien, ya me considero entre las novias de Jesús. Todavía no soy su esposa porque debo permanecer en el mundo, por lo tanto por ahora soy su novia.
Deseo serle fiel hasta la muerte, deseo que sea el único amor de mi corazón, que ha sido creado para amarlo a Él. Los jóvenes no me interesan más, todos los que conocí les faltaba dulzura y pureza, que en cambio Jesús tiene abundantemente y ahora me interesan menos que antes porque comprendí que ninguno puede hacerme feliz como me hace feliz Jesús! Solo deseo darle mi corazón y todo mi ser a Él, solo Él es digno de poseer todo mi amor, aunque miserable respecto al que Él tiene por mi! Cuando pienso que para salvar mi alma se ha dejado golpear, flagelar, coronar de espinas y aun crucificar, siento mi corazón encenderse en amor a Él, que ha derramado su preciosísima Sangre por mí, sin méritos de mi parte e indigna de tanta gracia.
¡Oh, si todas las jóvenes de mi edad comprendieran cuán bello es tener a Jesús como novio, cuán bello es amar Jesús y abandonarse a Él! En cambio buscan el amor de los muchachos que las hacen sufrir, que las usan y compadecen a aquellas que ya se han donado al Buen Jesús. Más que nada soy yo que me compadezco de ellos porque no comprenden que Jesús es el verdadero amor de la vida. Al mismo tiempo no puedo hacer menos que alegrarme cuando pienso que finalmente he comprendido, después de años en los cuales deseaba encontrar el Verdadero Amor, sin darme cuenta que El estaba continuamente golpeando a la puerta de mi corazón esperando que respondiera. Y ha llegado justo cuando me estaba resignando a la idea que no habría de encontrar jamás un amor así. En cambio existe y ahora que lo encontré no lo traicionaré jamás, ¡por nada del mundo!
Como podrás comprender, hoy mi alegría es grande. No porque sea que hoy he comprendido de amar a Jesús sobre todas las cosas, porque ya lo amaba de antes, pero el amor que siento hacia Jesús va creciendo continuamente y con Él, el deseo de ser siempre suya. Por esto, no veo la hora de poder ir a las “Servidoras”. Allí podré hacer mi primera experiencia vocacional y podré hablar con las hermanas del convento y tener un director espiritual a quien confiarme y que me podrá ayudar a comprender aún la certeza que Jesús me está llamando. En mi corazón estoy segura, pero obviamente quisiera tener el parecer de un director espiritual que comprenda sobre la vocación.
[…] Siento verdaderamente que en mi corazón se hace cada vez más grande el amor por Jesús y con él, Su paz, paz que cuando estaré en el convento seguramente será más intensa. Siento también que mi espíritu se hace fuerte cada día más, porque no saco la fuerza de mí misma, sino de Dios. Solo Dios es mi fuerza.
Además, meditando, he comenzado a pensar aun más seriamente la idea de ser religiosa de clausura. Como te dije, inicialmente pensaba en la vida activa pero tomaba en consideración esta idea porque me atemorizaba la idea de la clausura, la veía un poco como una prisión. Ahora en cambio, me da un hermoso sentido de libertad imaginarme en un convento de clausura fervoroso y me da alegría pensar en inmolarme por Jesús, por la salvación de las almas. Cada día rezo por las almas alejadas de Jesús que vagan en las tinieblas del pecado, me importa mucho su salvación [...]. Rezo tanto por ellos, sobre todo para que ciertos compañeros dejen de blasfemar en clase (¡cuánto he llorado por las blasfemias que he sentido! Cada vez que siento una me parece una espina que me atraviesa el corazón!). De hecho, apenas siento una, en mi corazón hago la reparación debida. Cuando comencé a hacerlo, pensaba que fueran inútiles, pero poco a poco han comenzado a disminuir y cuando inicié esta "batalla contra las imprecaciones" también los profesores de mi clase han empezado llamar la atención cada vez más a mis compañeros hasta casi desaparecer totalmente. Estoy segura que el Señor ha intervenido usando mis oraciones. Por lo tanto, la idea de inmolarme por su bien me llena de alegría, dedicar la vida a una incesante oración por la salvación de tantas almas y no solo de la mía, ¡me parece una cosa estupenda! Por esto me parece estar inclinada a una vida de clausura, me parece que podría ser más útil a Jesús allí que no en un convento de vida activa. No lo hago para escapar de la vida misionera pero me siento verdaderamente atraída por la clausura. También por mi temperamento me parece lo mismo y creo que no me sería pesado porque amo estar en silencio, en la meditación, en la oración. Pero obviamente, me gusta hablar con las almas devotas. Bueno, me he alargado mucho esta vez. Perdóname, pero tenía la necesidad de compartir con alguno mi alegría. Con mi familia no puedo porque no lo comprenderían profundamente.
Te agradezco por la atención que cada vez me dedicas y te agradezco también por los bellísimos artículos que cada día pones en el blog.
Te saludo en Jesús y María
(carta firmada)