Estimado Cordialiter:
no me conoces. Muy pocas veces visito blogs religiosos y la verdad es, no sé muy bien cómo empezar.
Seré sincera: todo empezó desde mi infancia. Siempre fui una niña retraída y a la que le gustaba el silencio. Siempre he creído que Dios usa mil maneras para hablarnos. Es cierto, es completamente cierto: cuando no trabajamos para la obra de Dios, todo nos parece vano e inútil y nuestro corazón no se sacia con nada, porque no estamos cumpliendo con nuestra misión. A pesar de que tenemos libre albedrío, a pesar de que Dios nos amó tanto que no nos hizo muñecos de los cuales él sólo tirase de un cordón para dijéramos “sí” o “no”, nuestro corazón y nuestra alma lo buscan incansablemente, porque él es nuestro Creador. Estudié los básicos y la preparatoria en un colegio de monjas. Nunca dije nada, pero interiormente, veía esa vida como una vida llena de sentido, qué más sentido que trabajar para la obra de Dios?
Te contaré que un día, yéndome a confesar y teniendo 20 años, le dije al padre: “Padre, estoy enamorada de un hombre”. Era un muchacho de mi clase, ya estaba en la Universidad. El confesor me preguntó si él era casado y respondí que no. Me preguntó si alguna vez había tenido novio, y le contesté la verdad: que no. Entonces el Padre me dijo: “Sabes algo, hija? Jesús está enamorado de ti y cuando él se enamora de una criatura, no deja que nadie se la quite”.
Pasó el tiempo, me gradué de la Universidad, fracasé en un intento por conservar la beca de una maestría. Me dolió. Fue un golpe a mi vanidad tan grande que…me enfermé, me dio varicela a los 24 años. Luego vino mi oportunidad en una gran firma de auditoría. Sí, fue una época distinta a todo lo que había vivido anteriormente: lujos, excesos, estrés…era el “mundo” en su esplendor. Te seré sincera, uno de mis jefes era un maltratador. Sin embargo, no me sentía contenta, siempre había una insatisfacción latente, una intranquilidad de espíritu. A los dos meses me contrataron en una pequeña firma de auditoría para la cual laboro actualmente. Pensé, erróneamente que aquí encontraría la paz que tanto anhelo, pero me dí cuenta que mi estrechez de pensamiento es lo que me ha impedido buscar esa paz por el verdadero camino.
Nunca he sido de mucho ir a la iglesia en domingo. Pero sí la frecuento a solas, por largos períodos. Me gusta escuchar la palabra por la radio y estoy empezando a leer la Biblia. Precisamente hoy, tuve una crisis en este trabajo y precisamente hoy, fue la bendición de las nuevas oficina que ocupamos. ¿Acaso Dios me está dando señales claras para que abrace la vida religiosa y trabaje única y exclusivamente para él?
Casualmente, hoy encontré tu blog y al ver lo reciente de la fecha de tu último post, y algunas de las historias, me animé a escribirte. Quisiera una ayuda espiritual. Quiero cumplir mi misión en esta Tierra, llevar una vida útil. Y si es necesario que para ello salga del Mundo, lo haré, gustosa, porque mi alma encontrará reposo y serviré al más excelso de los amos: Dios.
Saludos,
(carta firmada)